
LA ERA MESOZOICA


(Banda sonora de Jurassic Park)
FLORA DEL CRETÁCICO
Pocos cambios han afectado de forma tan profunda al paisaje y a la ecología de la Tierra como la llegada de las angiospermas.
Sin embargo, durante el Cretácico inferior, las gimnospermas seguían dominando.
El único grupo que seguía prosperando era el de lasconíferas.
Las cícadas y los ginkgos estaban ya en decadencia y las bennettitales afrontaban su inminente extinción. Las angiospermas aparecieron en algún momento del Cretácico inferior, iniciando una progresiva difusión y diversificación que las ha conducido hasta sus actuales 250 000 especies, en contraste con las 550 especies de coníferas existentes.
A diferencia de las gimnospermas, portadoras de semillas desnudas, las angiospermas encierran sus semillas en el interior de un ovario, que las protege de las infecciones fúngicas, de la desecación y del ataque de los insectos.
Los fósiles de angiospermas más antiguos datan del Cretácico inferior, hace unos 130-120 millones de años:
Consisten en granos de polen llamados Clavatipollenites, procedentes de Wealden del sureste inglés.
El polen y las hojas se hicieron más frecuentes hace unos 120-100 millones de años.
En el este de Norteamérica, Rusia e Israel, han sido extraídas varias flores y frutos de angiospermas primitivas muy bien conservadas, relacionadas aparentemente con las modernas magnolias y sicomoros.
Gráfico que correlaciona el aumento de helechos polipodiales con el auge de las angiospermas.
Durante el Cretácico superior (en el Campaniense) habían hecho su aparición unas 50 de las familias modernas (de un total de 500), entre las cuales se contaban las hayas, higueras, abedules, acebos, magnolias, robles, palmeras, sicomoros, nogales y sauces. El polen y las hojas son los fósiles más comunes.
Los niveles de polen angiospérmico aumentaron desde el 1 % del contenido total de polen hasta 40 % tan solo en 20 millones de años, lo que demuestra el desenfrenado crecimiento de las plantas con flores.
Las hojas inicialmente eran pequeñas de nervadura irregular y bordes lisos y sencillos.
En el Cretácico superior eran más grandes y con el margen serrado o lobulado, y las nervaduras presentaban patrones mucho más regulares.
Los primeros hábitats de las angiospermas parecen haber sido áreas fuertemente perturbadas por corrientes o inundaciones. Los matorrales, malas hierbas con rápido crecimiento y pequeños arbustos, pudieron dominar estos medios, si eran capaces de producir semillas con rapidez.
Las coníferas tienen el grave problema de que, después de la fertilización, tienen que esperar el paso del invierno antes de liberar sus semillas por lo que necesitan dos años para germinar.
Tal vez el paso de dinosaurios migratorios, con el consiguiente pisoteo y fertilización a que se sometían al suelo, favoreciera el desarrollo oportunista de hierbas y matorrales
